miércoles, 23 de marzo de 2011

Centro de la Naturaleza de Castilla La mancha Ars Natura.Cuenca.1.

En el Cerro Molina no había nada, no crecía nada. Un cerro que por no tener no tenía ni sombra. Un universo de tierra estéril al margen de todo, incluso al margen de su ubicación estratégica, entre las Cuencas antigua y moderna. Un cerro romo que, por no tener, no tenía ni sombra.
El objetivo era conseguir un lugar, no solo un hito reconocible. Crear de la nada un entorno equivalente a seis campos de fútbol y compartir con el edificio el protagonismo de su integración urbana.
El proyecto surgió como una suma de evocaciones del paisaje: los farallones, los callejones, los lapiaces, formas de un kars al que tanto debe la ciudad, y entre el homenaje a uno y la deuda a la otra, el edificio se hizo invisible desde la naturaleza y simbólico desde la ciudad, con sus grandes ventanales-imagen de vidrio sin carpintería de 100 m² cada uno.
El edificio, formado por cuatro piezas con cierta autonomía formal y funcional se relaciona con el parque a través de diferentes recorridos coincidentes con los niveles interiores. El agua y la vegetación entran también en el interior y la geometría pétrea coloniza y moldea el entorno edificado.
Las fachadas de doble piel de vidrio, bioclimáticas, con una familia de instalaciones estructuras, celosías y tamices, tienen casi un metro de espesor, de manera que la totalidad de la exposición puede contenerse en la piel, y se acomodan al uso en invierno o verano.
El acceso se produce bajo el gran voladizo del auditorio. Las cubiertas, convertidas en plataformas que se pueden recorrer, trasladan al espectador a un interior luminoso. Un interior donde al anochecer recorren la fachada imágenes e historias de faunas y floras.




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